El
psicoanálisis descubre cuál es el mecanismo de la paranoia a partir del estudio
de toda una serie de casos de paranoia en hombres y mujeres de raza, profesión y posición social muy diferentes,
cuyos historiales patológicos estudiamos, descubriendo, con sorpresa, cuán
claramente dejaban ver todos ellos, en el punto central del conflicto
patológico, la defensa contra el deseo homosexual, y cómo tales sujetos habían
fracasado todos en el sojuzgamiento de su homosexualidad inconscientemente
intensificada. No esperábamos de verdad tan preciso
descubrimiento. Justamente en la paranoia no es nada
evidente la etiología sexual, resaltando, en cambio, en su motivación, y sobre
todo en cuanto al hombre, las contrariedades y las postergaciones sociales.
Pero no hace falta profundizar gran cosa para reconocer que lo realmente eficaz
en tales contrariedades de orden social es la participación de los componentes
homosexuales de la vida sentimental.
En
todos ellos se observa una fantasía homosexual que no es tolerada por la moral
del sujeto. Y diríamos que el carácter paranoico está
en que la reacción del sujeto como defensa contra una fantasía optativa
homosexual ha consistido precisamente en un delirio persecutorio.
Aunque la vida normal de estas personas no manifieste para nada esa
tendencia homosexual, cuando el paciente comienza a relatar sus fantasías
aparece claramente el citado mecanismo que consiste en que el paranoico intenta
defenderse de una sexualización de sus tendencias sociales con otros hombres.
El punto débil ha de encontrarse en el camino que se extiende entre el
autoerotismo, el narcisismo y la homosexualidad, lugar en el cual se halla
localizada su disposición a la enfermedad.
El mecanismo paranoico es el siguiente: “Yo (un hombre) le amo (a un
hombre)”
Esta frase queda contradicha por el delirio persecutorio que proclama:
“No le amo, le odio”.
Esta contradicción que aparece en lo inconsciente no puede hacerse
consciente en el sujeto paranoico. De tal manera que el mecanismo de la
producción de síntomas de la paranoia exige que la percepción interior, el
sentimiento, sea sustituida por una percepción exterior y de este modo la frase
“yo le odio” se transforma por medio de una proyección en esta otra “Él me
odia, me persigue, lo cual me da derecho a odiarle”. El sentimiento impulsor
inconsciente se muestra así como una consecuencia deducida de una percepción
exterior:
“No le amo, le odio porque me persigue”.
El perseguidor es el hombre anteriormente amado.
En la producción de síntomas de la paranoia resalta en primer término
el proceso que denominamos proyección: una percepción interna es reprimida y en
sustitución surge en la conciencia su propio contenido pero deformado y como
percepción externa.
En el delirio persecutorio la deformación consiste en una transformación
del afecto: aquello que había de ser sentido interiormente como amor es
percibido como odio procedente del exterior
Los celos delirantes son una forma posible de esta contradicción y la
erotomanía otra. Pero eso lo veremos en los próximos vídeos.
También juega un importante papel en la paranoia, el más importante,
el mecanismo de la represión, que estudiaremos detenidamente en próximos artículos.
Gracias.
Virginia Valdominos
Psicoanalista
Tfno. +34 911257747
virginia.valdominos@gmail.com
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